martes, 30 de octubre de 2012

No poder golpearlo

Cerré el puño dentro del bolso de mi chamarra. Sólo esperaba acercarme para darle un puñetazo que le partiera el rostro. Se me acercó tanto que mientras hablaba la asquerosa saliva que escupía me llegaba al rostro. Como siempre, esperé a que dejara de hablar, para limpiarme el rostro. Soportar sus gritos. Sus humillaciones. El puño en mi bolsa sudaba y temblaba de odio. Se disolvió. Y nuevamente, no pude golpearlo. No es el mejor trabajo, pero me deja vivir. Sueño el día en que se me quite lo pendejo y sin pensar, me atreva a partirle la madre.

Luis

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